«Estuve de voluntariado como profesor de inglés en el Norte de Tailandia y ¡fue una experiencia maravillosa!
De hecho, mi mente sigue allí durante muchos ratos, es algo que me ha hecho vivir una de las cosas más bonitas de mi vida.
Los niños son preciosos y te hacen sentir como en tu casa, la gente del pueblo es muy amable y Suvanna y Sompong son como unos padres que hacen todo lo que está en sus manos para que te sientas a gusto y conozcas más su cultura.
Toda la gente del norte de Tailandia me ha parecido encantadora, me he enamorado del lugar y espero poder volver en un futuro próximo.
¡Cuánto me faltan los niños!
Espero que pueda seguir yendo más gente que consiga que siga subsistiendo la escuela con los pocos recursos que tienen y la ayuda de los voluntarios.
Los voluntarios crecemos como personas una barbaridad, ayudando en lo que haga falta, las clases, la cocina, los juegos, los ordenadores, …
Me gustaría encontrar alguna forma de ayudarles pero de momento no se me ocurre nada más que intentar convencer a más gente para que viva esta experiencia.»
Jordi Aranda.
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